Por Sergio Cerecedo

En estos momentos del cine de horror en el cual ya parece que nada da miedo o que es difícil asustar con una película lo que ya ha sido rebasado por la realidad llega una propuesta que tiene frescura en su apartado técnico y que resulta más enfocado en el qué y cómo sucede que en su apariencia ,que la hace sentir muy de explotación, de encaramarse en miedos y paranoias sociales que pueden venir de los problemas de salud mental en una población, algo que , aunque no profundiza sí muestra con consecuencias.
En el principio,se nos revelan dos historias paralelas, una de las cuales involucra una persecución a mano armada y la otra el inicio de un romance o encuentro casual entre una mujer y un hombre mayor que ella, donde la cámara nos deja ver la presencia de armas y objetos ocultos que nos muestran que la tranquilidad es solo aparente y que algo fuerte y peligroso está por suceder.
Bajo la leyenda de basarse en hechos reales, lo que realza un halo de misterio aunque en realidad solo es parte del hype de la historia misma y de querer acercarse al público, “Strange darling” sorprende por su abordaje de lo que sucede a los personajes, el cual la violencia se torna realista, coherente y con consecuencias, como si conviviera en los mismos caminos que el llamado southern horror de estados unidos pero con una propuesta más hacia el suspenso y el extremar miedos de la sociedad hacia el incremento de la violencia. El director J.T. Mollner parece conocer los géneros, los terrenos y todo lo que aborda, pues en su segundo largo logra llevarnos por un buen viaje.
En el visionado de esta película en especial me es difícil ahondar sin revelar parte de los secretos de la película, cosa que no haré, por que es de esas ocasiones en las que forma y fondo están más que unidos, lo que le permite escapar un poco del camino fácil y no irse por el lado de la violencia sexual si no por una dimensión más compleja que el decidir contarla simplemente en el esquema de héroes y villanos. Las persecuciones emocionan y crean expectativa, sin necesidad de movimientos de cámara bruscos, hasta los planos secuencia o seguimientos parecen darse su tiempo para suceder.
La película es contada en 6 capítulos y un epílogo que nos son contados en desorden, una corrección de color apabullante en la que los cálidos, sobre todo el rojo, son protagonistas, una fotografía que explota al máximo la plasticidad de la luz y que sorprendentemente está a cargo del actor Giovanni Ribisi (En el cielo, la otra hermana) además de realizada en35 milímetros, lo que hace que , exceptuando por los celulares, parece estar rememorando a las últimas décadas del siglo 20 en su grano y look and feel, Destaco un encuadre en especial de la chica fumando donde la textura del humo oculta por completo su cara a momentos, el uso del recurso de las locaciones hace muy muy llevadera la película, su montaje es ágil. Las actuaciones son discretas, pero eso no quiere decir que nos den personajes unidimensionales (Al menos los dos protagonistas) el resto va más de incidentales, personajes topados en el camino muy brevemente que destacan por lo pintoresco, aunque la complejidad viene más de cómo está estructurada, el factor sorpresa y lo estrafalario de varios personajes que nos muestra también enrarecen la cuesta en escena, que a momentos recuerda a la manera en que David Lynch hibridaba lo policiaco con lo costumbrista desde un punto de vista que realza las excentricidades, de hecho, es al difunto cineasta de Montana por el que parece estar muy influenciada la parte de suspenso y atmósfera de esta película.
En lo personal la propuesta sonora me parece que la primera media hora es sobreestimulante, que la música está demasiado presente y que uno extraña un respiro, posteriormente los ambientes y efectos se vuelven más realistas así como un par de canciones importantes para la historia hacen aparición,aprecio en especial el uso de una reversión del clásico “Love hurts” es bastante propio de carretera abandonada de Estados Unidos y nos revela las aflicciones de uno de los personajes. Esa ambientación que nos habla de un preciosismo aparente que no hará si no engañarnos para llevarnos a lugares para nada ideales. También destacan las baladas melancólicas de Z. Berg que igualmente recuerdan a las baladas que acompañaban a Kill Bill, con un uso muy contrastante con la poca paz mostrada en pantalla.
Para concluir, la anécdota y su abordaje me hacen recordar tanto a “Duel” la ópera prima de Steven Spielberg como a la propuesta nacional que nos trajo hace un par de años Rendezvouz (Pablo Olmos Arrayales,2019) hace un par de años en la parte que implica los juegos narrativos que distorsionan la realidad que muestran ante el espectador, aunque al plano secuencia integral de aquella película, aquí le sustituye una gran cantidad de encuadres con diversas aproximaciones al personaje , algunas veces tan experimental que se agradece, en este abordaje de los horrores de los suburbios, la locura y la venganza.