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por: David Rosas Lira, Fotografía: Tzetari

El lugar es el Centro Cultural José Martí cerca de la estación Hidalgo del sistema de transporte colectivo metro. Son las 4 de la tarde del día sábado 26 de octubre. Es el Primer festival de teatro de títeres “Por una comunidad con equidad y sin violencia” en su séptima fecha. Un día en principio soleado pero con la amenaza constante de la lluvia y el frente frio proveniente del norte.

Alrededor de la hora transcurrida la gente se empezaba a formar en la pequeña fila para entrar al recinto donde se presentaría la segunda función de la compañía teatral, los últimos preparativos en la sala, luces, audios  y el elenco concentrándose listos para salir a escena y realizar la mejor actuación.

Por fin se abre la puerta, la gente entra en la sala y se sorprende al ver a una figura femenina cubierta en su totalidad por un velo blanco translucido, ocupando un lugar al centro y separando el del salón como parte de la misma puesta. La incertidumbre se refleja en los rostros de los asistentes.

Primera llamada. El silencio posea a todo el recinto por solo unos segundos dando paso a los murmullos especulativos, silencios esporádicos, el ruido de una envoltura de caramelos o de algún bocadillo furtivo y de fondo música aleatoria.

El tiempo pasa lentamente hasta que la ansiedad es controlada por el aviso de la segunda llamada junto con la bienvenida por parte del centro cultural así como algunas medidas de seguridad y normas que el mismo centro cultural impone para el acceso al lugar y por el respeto a los artistas y su labor.

Los espectadores rondan distintas edades desde los jóvenes ávidos de vida y experiencias charlando y tomándose fotos que  seguramente serán colocadas en alguna de las redes sociales de moda hasta los señores de edad avanzada que están tranquilos y silenciosos esperando imperturbables el inicio de la obra.

Una pareja se besa tiernamente, un anciano lee el periódico sobrio y arrugado por todo el trajín del día. Tercera llamada. Silencio. Penumbra.

La puesta en escena esta titulada “Hipocondriac” la cual  trata sobre el imperio sensorial que existe dentro de la mente de todos y cada uno de nosotros, el como estos procesos sensitivos pueden ser tortuosos para un ser extraviado dentro de si mismo. Toca temas como la dualidad del ser, el feliz y el triste, en constante y perpetuo combate; la lívido, manipuladora y descarada presente en todos en la edad de surgimiento. La aparición de un títere anciano y sin rostro que acompaña a el protagonista y que trata de rescatarlo de su propio inconsciente. La conciencia.

Toda la puesta es de un tono sombrío y caótico acompañada por la música de una banda en vivo con ritmos suaves, perturbadores y psicodélicos. En fin toda la gama de sentidos que una persona vive llevada a la personificación e individualidad.

Después de este choche conceptual se toma un receso donde se prepararía la tercera y última función de la séptima fecha, la gente desaloja el salón y alguna se dispone a marcharse mientras que otras se forman para entrar de nuevo y ver la siguiente función.

“Revolucionando a la revolución mexicana y las del mundo también…” se titula esta ultima puesta que se trata de un fragmento y preestreno de la puesta que será estrenada a finales del mes de noviembre y trata de la historia no oficial y anécdotas no conocidas de los eventos revolucionarios, todas estas llevadas a un plano fuera de tiempo y realizadas de forma cómica y fáciles de entender.

La experiencia se centra en tres personajes principales el pueblo, la oligarquía y la patria, acompañados por un gracioso personaje que dará continuidad y un toque humorístico a la puesta totalmente recomendable.